Publicación de este viernes en el diario El Mercurio

Opinión del Director: PSU: ¿Mide o manda?

11 de Mayo de 2018

Querámoslo o no, el modo cómo las universidades seleccionan a sus alumnos tiene una enorme influencia en el quehacer de los colegios. Aunque el trabajo conjunto del Consejo Nacional de Educación, del Ministerio, de la Agencia de Calidad de la Educación y de la Superintendencia de Educación por mejorar la calidad es valioso, puede resultar decididamente insuficiente si no se revisa el termómetro de “salida” de esta etapa: el Sistema de Admisión a la Educación Superior. Probablemente el sistema de admisión “aguas arriba”, tiene una evaluación razonable: tal vez sea eficiente y relativamente sencillo de administrar para las universidades. El problema se produce “aguas abajo” y aquí es donde se plantean algunas inquietudes.

En primer lugar, veamos lo que ocurre con la ponderación de notas de Enseñanza Media. En principio puede resultar positivo para los colegios: desde I Medio los alumnos se toman en serio los estudios porque “las notas valen para la universidad”. Sin embargo, en la práctica, se transforma fácilmente en una dificultad. Con más frecuencia de la que se  quisiera, el promedio se vuelve en casi una “obsesión”: lo importante no es aprender, sino el “NEM”. De esta forma, se corre el riesgo que el sistema de calificaciones se vea sometido a una presión “inflacionaria” debido a la estandarización de las tablas de conversión notas-puntajes.

Luego están las pruebas mismas. Algunos temarios son muy extensos; otros, con un alto potencial de manipulación ideológica. En el caso de los extensos, por ejemplo, Matemática y Ciencias, si bien podría resultar positivo por cuanto  están alineados con las bases curriculares de esas asignaturas -empujando así a los colegios a cubrir los programas-, varias preguntas empiezan de inmediato a flotar en el aire: ¿tiene sentido un temario tan extenso?; ¿es verdaderamente relevante que todos los alumnos de Enseñanza Media aprendan a aproximar “la probabilidad binomial por la probabilidad de la normal” y aplicarlo “al cálculo de experimentos binomiales”? (Fuente: Demre, Temario de Matemática, Proceso 2019); ¿la proporción de preguntas de un eje temático acaso no influye en las planificaciones que deben hacer los profesores y en el tiempo que destinan a cada unidad?

En el caso de los temarios con alto potencial de manipulación ideológica el problema se hace evidente. Medio en broma medio en serio, un puntaje nacional en la prueba de Ciencias Sociales comentaba hace poco, que algunas preguntas había tenido que pensarlas y contestarlas no de acuerdo a lo que él consideraba que era lo correcto, sino tratando de interpretar cómo la enfocaría quien tuviera una visión del hombre y de la sociedad radicalmente opuesta a la suya. Buen ejercicio de pensamiento crítico y de ponerse en los zapatos del otro.

No es el objetivo de la PSU medir la calidad de los colegios. Sería un profundo error quedarse sólo con los índices que arroja este instrumento. Hay una cantidad de otros factores que quedan fuera de la medición, y desde luego los no cuantitativos, que quizá son los más importantes. Pero sería negar la realidad de que en la conciencia de muchos el resultado de un establecimiento de educación secundaria en la PSU es sinónimo de calidad. Y esta externalidad se debe analizar y discutir con más determinación.

Quienes administran el Sistema de Admisión a las universidades tienen una gran responsabilidad sobre la calidad de la educación en nuestros centros educativos. El sistema actual es pobre para las necesidades del país y para fomentar un desarrollo humano integral. Las universidades podrían aventurarse a tener sistemas de admisión más sofisticados -por ejemplo, pedir la redacción de un ensayo- que estimularan a los colegios a ir más allá de tener buenos resultados en una prueba estandarizada como la PSU, que es a la vez necesaria e insuficiente.

Escrito por: Santiago Baraona G. Director del Colegio Tabancura